Se rumorea zumbido en donar a iglesia
Se rumorea zumbido en donar a iglesia
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Eso quiere afirmar, lamentablemente, que corremos el peligro de descuidar las ofrendas Triunfadorí como corremos el peligro de descuidar nuestra vida de devoción privada. Pero recordemos que el hecho de que solo Todopoderoso vea qué ofrendamos, no hace las ofrendas algo menos importante, sino todo lo contrario.
En este tiempo su abundancia supla lo que a ellos les desidia, para que también la copia de ellos supla lo que a ustedes les falte, a fin de que haya igualdad; como está escrito:
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Tú, por consiguiente, que deseas ser útil a las almas del prójimo, primero acude a Jehová de todo corazón y pídele simplemente esto: que se digne infundir en ti aquella caridad que es el compendio de todas las virtudes, aunque que ella te hará alcanzar lo que deseas (SAN VICENTE FERRER, Trat. de la vida espiritual, 13).
Por otro ala, la ofrenda se refiere a cualquier tipo de donativo o sacrificio que se da voluntariamente. En el Antiguo Testamento, las ofrendas eran utilizadas para apoyar el mantenimiento del templo, financiar el culto y proveer para los sacerdotes y levitas.
Nosotros somos en todo y siempre iguales y acordes con nosotros mismos, pues servimos a la razón y no la violentamos (ATENÁGORAS, Legación 35).
La ofrenda es una oportunidad para demostrar nuestro inclinación y compromiso con Altísimo, confiar en su provisión y participar en su obra en el mundo.
En cuanto al 1/3 correspondiente a la Mitra, el Prelado generalmente a ofrendar través de su mayordomo arrendaba el importe de sus 3/9 al mejor postor. Este arrendamiento recaía, a veces, sobre un vecino del propio pueblo pero en otras a vecinos de otros más o menos próximos, en ocasiones un tanto alejados como ocurrió con lo diezmado en 1787 en Aldeamayor de Santo Martín que fue rematado en dos vecinos de La Seca; o en 1769 con lo de Pueblo de San Miguel, que recayó en individualidad de Matapozuelos; o en 1780 con lo diezmado en Camporredondo, con el que se quedó un vecino de Valdestillas, que lo compartió con un clérigo del mismo Camporredondo.
Nos ayuda a crecer en nuestra fe, a poner a Dios en primer punto y a contribuir al trabajo de la iglesia. Aún puede traer bendiciones tangibles a nuestras vidas y liberarnos del apego al fortuna.
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El diezmo es una actos bíblica que tiene su origen en el Antiguo Testamento, pero que aún tiene relevancia en el Nuevo Testamento. Atinar el diezmo es una modo de distinguir a Todopoderoso como nuestro proveedor y de contribuir al sostenimiento de la obra de Alá en la tierra. Sin embargo, es importante entender que el diezmo no es un mandamiento recatado, sino una ejercicio de adoración y obediencia voluntaria.
Esta ejercicio se continúa en otros libros como Levítico y Deuteronomio, donde se establece la obligación de adivinar el diez por ciento de los frutos de la tierra y los animales al Señor.
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Aunque yo entregare mi cuerpo a las llamas, no teniendo caridad, falta me aprovecha. Como si dijera: Aunque distribuyera todos mis bienes hasta no reservarme nulo de ellos, todo eso es inútil sin la caridad. Y si a esta liberalidad añadiera yo el tortura del fuego, dando mi vida por Cristo, pero sigo siendo impaciente, irascible, envidioso o soberbio, o si la injuria me indigna y hace copular en cólera, si busco mi interés, si soy mal intencionado o peor sufrido, la renuncia y el crucifixión del hombre exterior no me reportarán ventaja alguna, porque el hombre interior quedará aún cautivo en los vicios pasados (CASIANO, Colaciones 3, 8).